

Camino #34:
Utiliza Tu Guía Interna.
Por Rav Noaj Weinberg zt"l
Camino #34: Utiliza Tu Guía Interna. Los 48 Caminos
por Rav Noaj Weinberg zt"l
Enterrado en nuestro subconsciente, en los rincones más recónditos de nuestra memoria, yace el conocimiento de todo lo que necesitamos saber acerca de la vida.
Por favor ten en mente que tu estudio de los "48 Caminos Hacia la Sabiduría" sea en mérito de Rab Noaj Weinberg zt''l, el querido fundador de Aish HaTorá – Israel Noaj ben Itzjak Matityahu.
Camino #34: Utiliza Tu Guía Interna
Todos queremos hacer lo correcto. Nadie se despierta por la mañana diciendo “Quiero ser malo”. Incluso un criminal puede justificar su conducta como “buena”. Por desgracia, vivimos en una generación difícil y a menudo confundida. Pero, si todos dicen hacer el “bien”, ¿cómo podemos saber objetivamente si estamos haciendo el bien o no? No podemos evaluar la norma social para saber que está bien y qué no lo está. Tenemos que esforzarnos para verificarlo por nuestra propia cuenta.
El camino número 34 es "Ohev et hamesharin" que literalmente significa "amar el camino recto".
Necesitamos un conjunto básico de leyes éticas para guiarnos. Pero con eso no basta. Dado que las circunstancias cambian constantemente, no se pueden promulgar leyes para cada caso imaginable. Por ello, debemos cultivar un sentimiento interno de lo que es correcto.
Ponte en contacto con lo que sabes
El siguiente relato está en el Talmud: Antes de nacer, cuando aún estamos en el vientre materno, Dios envía un ángel para que se siente junto a nosotros y nos enseñe toda la sabiduría que necesitaremos acerca de cómo vivir. Entonces, justo antes de nacer, el ángel nos propina un golpecito debajo de la nariz (que forma el filtrum, la depresión que todos tenemos debajo de la nariz), y olvidamos todo lo que el ángel nos enseñó. ¿Cuál es la moraleja de esta historia?
¡Qué la verdad y la sabiduría están “justo debajo de nuestra nariz”!
Podemos explorar nuestro propio interior para aprender el significado de la vida. Enterrado en nuestro subconsciente, en los rincones más alejados de nuestra memoria, guardamos el conocimiento de todo lo que debemos saber para vivir: la finalidad de la vida, cómo amar, cómo explotar nuestro potencial. Nuestra tarea consiste en traer esos datos hasta nuestra mente consciente, es decir, esforzarnos por recordar.
Así es como el judaísmo ve la educación. Nadie puede enseñarte algo nuevo. Tan sólo te ayudan a recordar lo que ya sabes por intuición que es verdadero.
Salirse del camino
Todos tenemos una conciencia innata, una sabiduría natural que Dios programó en nuestro interior. Por eso, lo primero que piensa una persona – su “reacción visceral” – a menudo es la respuesta verdadera.
¿Pero qué sucede? En el fragor de la vida, comenzamos a aplicar nuestra “lógica”, impulsada por el ego, a las diversas situaciones. Racionalizamos y nublamos nuestro conocimiento interno.
Para evitar esta trampa, pregunta a quienes te conocen: “¿Crees que tiendo a racionalizar mi forma de ver las cosas?”. O bien, expresa tus racionalizaciones como si estuvieras analizando la situación de otra persona, no la tuya. Echa un vistazo a tu interior, aguarda un momento y reflexiona. ¿Qué debo hacer? Podrás escuchar mejor si te preguntas en voz alta.
Mantén tus antecedentes impecables
Figúrate la satisfacción de preguntarte “¿Soy completamente honesto?” y poder contestar - sin titubeos - en forma afirmativa. Ser fidedigno es un factor importante en nuestra autoestima. A menudo, cuando rehuimos de nuestras obligaciones, sentimos como nuestra conciencia nos reprende: “¡No lo hagas!”. Y a pesar de que quizás evitamos un desafío difícil, sabemos en el fondo que hemos actuado mal.
La conciencia es un estímulo poderoso. Nos mantiene honestos y caminando por la senda correcta. No la desperdicies. Escucha a tu conciencia y deja que te ayude a cumplir con tu cometido.
Después de tomar cualquier decisión, espera un momento. Si has elegido en forma correcta, descubrirás que sientes placer. No hay 'dudas' que te carcomen, no hay 'agendas ocultas'. Te sientes limpio.
Utiliza el poder de tu conciencia antes de tomar una decisión. Pregúntate: ¿Qué sentiré después de hacerlo? ¿Placer o asco? Esta pregunta ayudará a que te enfoques en distinguir entre el bien y el mal.
“No puedo” versus “No quiero”
Una de las racionalizaciones más comunes está en las palabras: “No puedo”. Cuántas veces has oído (o dicho) “Me gustaría ayudar, pero no puedo…” Si cambias "No puedo" a "No quiero", también asumirás responsabilidad por tus decisiones. “No puedo” significa que soy incapaz de hacer lo correcto. “No quiero” significa que tengo la capacidad, pero estoy optando por no hacerlo (en otras palabras, “no me da la gana…”). Cuídate de las excusas (los “peros”) que podrían bloquear tu impulso para hacer lo correcto. Cada vez que oigas un “pero” – una justificación para no hacer lo correcto – desafíalo frontalmente. Destruye esos “peros” y empieza a tomar las riendas de tu vida.
Cuando detectes que dices “No puedo”, di en cambio “No quiero”. No te preocupes de si realmente puedes o no. Tan sólo con decir estas palabras harás hincapié en que tú controlas la decisión, pudiendo ampliar tus horizontes hacia nuevas oportunidades, desafíos – y el éxito.
Discriminar entre lo correcto y lo incorrecto
El Talmud relata el siguiente caso: El Sr. A. contrató un técnico para que le arregle algo y, mientras trabajaba, el técnico lo rompió. Según la ley judía, el técnico debe reemplazar el artículo. Pero dado que el técnico era pobre, el Sr. A. no insistió en que se le pague el daño ocasionado.
Sorpresivamente, el técnico presenta una demanda contra el Sr. A., exigiendo que le pague por el tiempo trabajado. ¿Cuál es el veredicto del juez? ¡El Sr. A. tiene que pagar! El juez dijo que el tema del sueldo – al cual el técnico tenía derecho – no tenía nada que ver con los perjuicios que el Sr. A. había condonado.
Este ejemplo demuestra que el Sr. A. pensaba que estaba haciendo lo correcto – perdonándole los daños – pero realmente estaba violando su obligación de pagarle su sueldo. ¡Vaya racionalización!
Veamos ahora el ejemplo de la caridad. El Talmud dice que le puedes dar caridad a un pobre y al mismo tiempo destruirlo. Todo depende de cómo lo hagas. Si una persona pobre llega a tu puerta y le arrojas un billete en el rostro y le cierras la puerta en la nariz, entonces, técnicamente has “cumplido con tu deber”, pero también lo avergonzaste y lo humillaste. Al tratar con los demás, pregúntate “¿Qué es lo indicado?”. Sé sincero y descubre la forma correcta de tratar a tus padres, amigos, colegas del trabajo, etcétera.
Una forma de estar en sintonía con lo que es correcto es preguntarte, constantemente: ¿Qué diría Dios al respecto?
No insistas en los “derechos”
Las obligaciones por lo general están claramente redactadas, en forma de contratos o convenios. Pero hay algunas cosas que son correctas aunque no sean ni contractuales ni obligatorias. Ese es un nivel superior de rectitud. Por ejemplo, los padres se esfuerzan por criar a sus hijos yendo más allá del mínimo. Y puesto que deciden hacerlo así de su propia voluntad, no existe obligación “legal” de retribuirles. No obstante, si tus padres envejecen y necesitan que los cuiden, lo correcto es estar a su lado.
Nunca insistas en tus derechos cuando busques hacer lo correcto. Evita expresiones tales como “No es mi turno de sacar la basura”, o “No estoy obligado a renunciar a mi asiento en el microbús”. Adapta tu actitud y haz lo correcto, incluso cuando no estás obligado. Aprende a darles a los demás. Haz una lista de las personas con quienes tengas "deudas no contractuales":
-
Padres; Hermanos; Cónyuge; Amigos; La sociedad; Tu pueblo; Dios; Tú mismo
¿Por qué "utilizar tu guía interna” es un ingrediente de la sabiduría?
-
Identifica tu primera – y más sana – reacción.
-
"Educación" significa extraer lo que ya se encuentra dentro del alumno.
-
Cuídate de educadores que intenten imponer su opinión sobre ti.
-
Lo correcto no siempre se expresa como una obligación contractual.
-
Aprende a ceder ante los demás, y verás que eso te puede llevar mucho más lejos. No sigas ciegamente la idea que la sociedad tiene de “lo correcto”. La gente tiende a tomar el camino fácil, y el enfoque más difícil es a menudo el “correcto”.
Publicado: 22/6/2009
Por las Sendas Antiguas

