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PARASHÁ 27 Tazría

Significa “ELLA Concibe”. COMENTARIOS

 

12:2 “Habla a los hijos de Israel y diles: “Cuando una mujer conciba y dé a luz varón, quedará impura por siete días; como en los días de su menstruación, será impura.”

 

No es lo mismo concebir que dar a luz. La concepción ocurre normalmente 38 semanas antes de un parto  normal. El momento de la concepción influirá en el futuro del niño. Si los padres están teniendo su relación íntima en santidad y pureza, el niño es engendrado en santidad y pureza. Si alguno de los padres tienen lascivia sexual, ese espíritu es transmitido al feto en el momento de la concepción y en el futuro es muy probable que ese niño tenga problemas para dominar sus deseos sexuales. Por esto está escrito en 1 Tesalonicenses 4:3-5: “Porque esta es la voluntad de Eloah: vuestra santificación; es decir, que os abstengáis de inmoralidad sexual; que cada uno de vosotros sepa cómo poseer su propio vaso en santificación y honor, no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Eloah”

 

La palabra “vaso” es una referencia al cuerpo. En este caso probablemente se refiere al cuerpo de la esposa. Es importante tratar a la esposa con santidad y honor, sin lascivia sexual como los gentiles que no saben dominar sus instintos animales.

Después del parto de un hijo varón, la mujer queda en un estado de impureza ritual, en hebreo “tamé”,  como en el tiempo de su menstruación. La palabra hebrea que ha sido traducida como “menstruación  es “nidá”,  que significa “impureza”, “menstruación”,  y viene de la raíz “nadad”, que significa “vagar”, “errar”, “huir”, “alejarse”, “mover”.

La idea es que el tiempo de la “nidá”  es un tiempo cuando la mujer se aleja de su marido para sanarse de su herida interna. Según la Torá (Pentateuco), este periodo es de siete días, conferenciar. Levítico 15:19. Después del periodo de nidá, ella se sumerge en aguas purificadoras para poder unirse de nuevo a su marido.

En el caso del nacimiento de un varón, la madre se queda en un estado de nidá durante los primeros siete días después del parto. El día del parto es contado como el primer día, aunque sólo quedara una hora o menos hasta la caída del sol. Al final del séptimo día se sumerge en una mikvé para purificarse. Según la enseñanza farisea, luego podrá unirse con su marido. Los saduceos y los caraitas no están de acuerdo con la interpretación farisea, y enseña que ella no podrá unirse a su marido hasta después de los restantes 33 días.

 

12:3  “Al octavo día la carne del prepucio de él será circuncidada.”

 

La circuncisión se hace el mismo día de la semana cuando uno nació. Si uno nación en shabat, es circuncidado el siguiente shabat. Si uno nació el tercer día de la semana, martes, es circuncidado el tercer día de la semana siguiente. La circuncisión es la señal del pacto entre el Todo Poderoso  (El Nombre) y toda la descendencia de Avraham, como está escrito en Génesis 17:11-13: “Seréis circuncidados en la carne de vuestro prepucio, y esto será la señal de mi pacto con vosotros. A la edad de ocho días será circuncidado entre vosotros todo varón por vuestras generaciones; asimismo el siervo nacido  en tu casa, o que sea comprado con dinero a cualquier extranjero, que no sea de tu descendencia. Ciertamente ha de ser circuncidado el siervo nacido en tu casa o el comprado con tu dinero; así estará mi pacto en vuestra carne como pacto perpetuo.”

 

Ahora El Todo Poderoso, por medio de Moshé, está reafirmando el pacto que fue dado a los patriarcas, como está escrito en Juan 7:22: “Por eso Moshé os ha dado la circuncisión (no porque sea de Moshé, sino de los padres), y en el shabat circuncidáis al hombre.”

 

La circuncisión no viene del tiempo de Moshé sino de los patriarcas. Moshé no podía anular nada de lo que había sido establecido anteriormente. El pacto de la circuncisión no puede ser anulada por el pacto de Sinai. De la misma manera el pacto renovado no puede anular los pactos anteriores, ni cambiarlos. Un pacto  posterior  siempre está basado sobre un pacto anterior. Cada pacto nuevo que es introducido  confirma un pacto anterior y añade algo más para la santificación del pueblo. Esto nos enseña que el nuevo pacto, que fue introducido  por Mashíaj, no puede anular los pactos anteriores. Lo que hace el nuevo pacto es introducir elementos nuevos que hacen subir al pueblo en un nivel superior de santidad y de poder.

 

Biológicamente  hablando, el octavo día es el mejor momento para circuncidar al hombre. Es el día cuando la coagulación de su sangre es más eficaz que ningún otro momento de la vida. Además, antes de ser introducido en el pacto de la circuncisión, cada varón habrá experimentado, por lo menos, un shabat. Si un niño judío no es circuncidado, se rompe el pacto con Avraham. Para alguien llegara a ser judío tenía que estar circuncidado en la carne.

 

12:4  “y ella permanecerá en la sangre de su purificación por treinta y tres días; no tocará ninguna cosa consagrada ni entrará al santuario hasta que los días de su purificación sean cumplidos.” 

 

Aunque se haya purificado por medio de la mikvé al final de los siete días, ella no quedará purificada a la caída del sol ese mismo día sino a la caída del sol del día 40, si ha dado a luz un varón. A partir del día 41 podrá entrar en el templo y tocar y comer cosas consagradas. Aquí aprendemos cuáles son las dos prohibiciones en cuanto a una persona tamé: no le es permitido tocar o comer de las cosas consagradas, como la terumá o sacrificios de paz. Tampoco podrá entrar en el santuario. No se puede comer del cordero de Pesaj en Yerushalayim en el estado de tamé.

Este texto enseña que aunque haya más derramamiento de sangre durante los 33 últimos días de su purificación, no hará falta añadir más tiempo a los 40 días totales. Aquí no aplica la misma ley que para la menstruación, cuando se añaden siete días más, en el caso de que haya flujo de sangre fuera del tiempo de la semana de nidá. Cuando lleguemos al capítulo 15 vamos a ver más detalles sobre esto.

 

12:5  “Pero si da a luz una niña, quedará impura por dos semanas, como en los días de su menstruación; y permanecerá en la sangre de su purificación por sesenta y seis días.”

 

Tanto el tiempo de nidá como el de tamé dura el doble después del nacimiento de una niña. La Torá no explica la razón por qué es así.

Todo Poderoso marca una diferencia entre varón y mujer. Pero el hombre moderno está intentando de quitar esa diferencia y piensa que igualdad es lo mismo que la eliminación de las diferencias. El hecho de hacer que la mujer quede más tiempo  en recuperación después del nacimiento de una niña, no es para discriminar a la mujer o al hombre, sino por otras razones que no están bien definidas en la Torá. Lo cierto es que todos los mandamientos han sido dados para el bien del hombre. Tenemos que aceptar esta verdad sin entender el por qué.

 

Sin embargo, se pueden encontrar algunas explicaciones que nos pueden dar un poco de luz sobre esta diferencia. Los pediatras modernos han mostrado que, después de su nacimiento, una niña tiene mayor necesidad que un niño de permanecer cerca de su madre. Así que este mandamiento ha sido dado, entre otras razones, para ayudar a la niña a tener un buen desarrollo, posiblemente, también de la madre.

El niño y la niña tienen la necesidad de afirmar su identidad sexual como varón y hembra respectivamente. Por lo tanto el niño necesita a su padre para poder identificarse con él, y la  niña a su madre.

La presencia de los dos padres es vital para el buen desarrollo del carácter de los hijos. Esta es una de las razones por las que Todo Poderoso aborrece el divorcio, conferenciar. Malaquías 2:16.

 

La tensión y las diferencias entre varón y hembra forma parte del ser humano y es buena y necesaria para que la familia y la sociedad sean sanas. Pero parte del plan de hasatán para la destrucción del hombre es borrar las diferencias entre los sexos. En estos últimos tiempos las maneras homosexuales de Sedom y Amorá  (Sodoma y Gomorra) están volviendo a tomar terreno en el mundo, conferenciar. Lucas 17:28-30.

 

Somos diferentes, pero nos necesitamos para funcionar correctamente,  porque Todo Poderoso nos hizo varón y hembra. La ausencia de alguno de los padres trastorna este proceso de aprendizaje y desarrollo en los hijos.

 

Los primeros seis años de vida son fundamentales en el desarrollo de cada persona. Ambos sexos, varón y hembra, necesitan a su madre en ese tiempo. La ausencia de ella causa un daño en el hijo. Si la madre deja que su niño o niña, esté mucho tiempo bajo el cuidado de otras personas, causarán un daño en el desarrollo de su alma. La madre ha sido capacitada para ser la mejor persona para cuidar a sus hijos, especialmente en sus primeros años de vida. El contacto con el padre también es vital para el buen desarrollo del niño. Pero especialmente durante el primer tiempo de la vida, la presencia de la madre crea en el niño un fundamento de confianza que luego es necesario en la relación con el Padre celestial. Por medio de la mamá los niños aprenden la ternura y la misericordia del Todo Poderoso, como está escrito en Isaías 66:10-13: “Alegraos con Yerushalayim y regocijaos por ella, todos los que la amáis; rebosad de júbilo con ella, todos los que por ella hacéis duelo, para que maméis y os saciéis del pecho de sus consolaciones, para que chupéis y os deleitéis de su seno abundante. Porque así dice Todo Poderoso: He aquí, yo extiendo hacia ella paz como un río, y la gloria de las naciones como torrente  desbordado;  y mamaréis, seréis llevados sobre la cadera y acariciados sobre las rodillas. Como uno a quien consuela su madre, así os consolaré yo; en Yerushalayim seréis consolados.”

 

El efecto del sentimiento de la soledad en los primeros años de la vida del niño es desastroso. Por medio del cuidado de la madre, el niño aprende que Todo Poderoso le ama, le cuida, le nutre, le satisface y, ante todo, que está presente. Una buena madre está todo el tiempo pendiente del bienestar de sus hijos. Una madre normal no puede olvidar a su hijo, como está escrito en Isaías 49:15:“¿Puede una mujer olvidar a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Aunque ellas se olvidaran, yo no te olvidaré.”

 

La presencia de los padres hace que el niño aprende que Todo Poderoso está presente en todo momento y en todo lugar, viéndole, cuidándole Hebreos 4:13: “y no hay cosa creada oculta a su vista, sino que todas las cosas están al descubierto y desnudas ante los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.”

 

Hagar, la mitsrita, no había aprendido esta lección en la relación con su madre, por eso se quedó sorprendida cuando se dio cuenta que Todo Poderoso estaba presente y viéndola en todo momento, como está escrito en Génesis 16:13: “Y llamó el nombre de Todo Poderoso que le había hablado: Tú eres un Eloah que ve; porque dijo: ¿Estoy todavía con vida después de verle?”

 

Durante las últimas generaciones las madres de la sociedad moderna han entregado a sus hijos con muy poca edad a las guarderías y cuidadores para dedicarse a ganar dinero y tener muchas cosas materiales que para ellas son más importantes que estar con sus hijos. Esta falta de responsabilidad está creando una generación de hijos que no son conscientes de la presencia de Todo Poderoso en sus vidas. Son vacíos. Tendrán dificultades para cultivar una relación personal con Eloah. Para ellos Eloah está demasiado lejos y no estará interesado en la vida personal de un joven. Nada más lejos de la verdad. Este vacío emocional ha sido creado por la ausencia de la madre durante los primeros años de la vida de nuestros jóvenes.

Pero para los creyentes es un tiempo de restauración de todas las cosas y tenemos que retomar estas verdades para que nuestros futuros hijos no sean una presa fácil para el anti mesías y el falso profeta que pronto se van a levantar para engañar y arrastrar tras sí a los que no son conscientes de la presencia y la supervisión personal del Todo Poderoso en sus vidas.

 

Del padre, aprenderá la justicia, las normas, y la corrección que viene como consecuencia del pecado. Los dos padres son vitales para que el niño conozca a Todo Poderoso desde su infancia, antes de que pueda comprender las Escrituras. El papel de los padres es reflejar el carácter del Todo Poderoso en la vida del niño, como está escrito en Efesios 6:4: “Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en la disciplina e instrucción del Señor.”

El Todo Poderoso es el ejemplo que los padres deben seguir para la educación de sus hijos. Cómo hace Él con sus hijos, así deben hacer los padres con sus hijos, como está escrito en Hebreos 12:7-10: “Es para vuestra corrección que sufrís; Eloah os trata como a hijos; porque ¿qué hijo hay a quien su padre no discipline? Pero si estáis sin disciplina, de la cual todos han sido hechos participantes, entonces sois hijos ilegítimos y no hijos verdaderos. Además, tuvimos padres terrenales para disciplinarnos, y los respetábamos, ¿Con cuánta más razón no estaremos sujetos al Padre de nuestros espíritus, y viviremos? Porque ellos nos disciplinaban por pocos días como les parecía, pero Él nos disciplina para nuestro bien, para que participemos de su santidad.”

 

12:6  “Cuando se cumplan los días de su purificación por un hijo o por una hija, traerá al sacerdote, a la entrada de la tienda de reunión, un cordero de un año como ofrenda de ascensión, y un pichón o una tórtola como ofrenda por el pecado.”

 

La madre tendrá que presentarse en el templo después de un parto. Si es un hijo será a partir del día 41 de su nacimiento, y si es una hija, a partir del día 81. Ella tiene que entregar dos animales para dos sacrificios, de ascensión y de pecado, olá y jatat.

 

La olá representa la entrega total.  Esto nos enseña, en primer lugar, que la madre ahora tiene la oportunidad  de renovar su entrega a Todo Poderoso, por medio de este sacrificio. A pesar del nacimiento de un hijo o una hija, ella tiene que seguir viviendo para Todo Poderoso. El nacimiento de un hijo constituye una de las cosas más impresionantes en la vida de una mujer. Es fácil que se olvide de su compromiso con Todo Poderoso. Es fácil que el niño tome ese lugar para llegar ser lo más importante en su vida. Es fácil que se olvide de su Padre celestial. Ella necesita reafirmar que el nacimiento constituye el cumplimiento de un llamado. El Todo Poderoso que quiere que ella tenga hijos. Conforme ella se entregue a Él, podrá educar a sus hijos correctamente, según Su voluntad.

 

Por otro lado el sacrificio de olá representa la entrega del niño a Todo Poderoso. Los hijos no pertenecen a los padres, sino al Padre de los espíritus. Los padres tienen la responsabilidad de educar a los niños en el camino de Todo Poderoso, porque nacieron para Él, como está escrito en Malaquías 2:15: “Pero ninguno que tenga un remanente del Espíritu lo ha hecho así. ¿Y qué hizo éste mientras buscaba una descendencia de parte de Eloah? Prestad atención, pues, a vuestro espíritu; no seas desleal con la mujer de tu juventud.”

 

Hashem (El Nombre) quiere tener una descendencia, muchos hijos. Los padres colaboran con Él para que tenga muchos hijos, y así cumplen con Su deseo. Los hijos no son de los padres, son de Todo Poderoso. La olá que la madre tiene que entregar a Todo Poderoso representa esta verdad. En el momento de ofrecer la olá ella no solamente se entrega a sí misma, sino también a su hijo al Todo Poderoso.

 

“un pichón o una tórtola como ofrenda por el pecado”  

¿Por qué la mujer tenía que dar una ofrenda por el pecado? ¿Cuál fue el pecado de la mujer? Se pueden encontrar varias respuestas:

a. Es posible que ella haya expresado palabras malignas durante los dolores del parto y por eso necesita ofrecer un sacrificio de pecado. (Shimón bar yojai)

b.  Hay una necesidad de expiar sus pecados por causa de haber pasado por una prueba. En una prueba todos cometen pecados. (Abarbanel)

c.  El pecado entró en el mundo por la mujer, y mediante el sacrificio de pecado ella está expiando por ese error. (bejai)

d.  Todo el proceso de procreación fue dañado cuando el pecado entró en el mundo. Un parto después de la caída no es lo que debería ser. Un parto doloroso es un resultado del pecado de Javá (Eva), conferenciar. génesis 3:16. La concepción y el parto de un niño están hechos en un mundo de pecado, como está escrito en el Salmo 51:5: “yo nací en iniquidad y en pecado me concibió mi madre.”

El Yetser hará es transmitido al niño cuando es engendrado. En una herencia pecaminosa. Por esa transmisión hay una culpa sobre la madre y tiene que presentar un sacrificio por el pecado.

e. La mala inclinación Puede ser transmitidas al niño,  aún estando en el vientre de su madre. La mujer no ha podido engendrar un hijo perfecto, sin pecado. Tendrá que presentar esta ofrenda, por haber traído al mundo un ser pecaminoso, no como Todo Poderoso quiso desde el principio.

 

El nacimiento de Yeshúa (Jesús) o   La circuncisión, a los ocho días.

Lucas 2:21: “Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, le pusieron por nombre Yeshúa, el nombre dado por el ángel antes de que él fuera concebido en el seno materno.”

 

Yeshúa fue circuncidado al octavo día. Aquí vemos que se le dio el nombre de Yeshúa en relación con la circuncisión, conferenciar. Génesis 17:5, 10. Esta costumbre judía, que todavía se sigue hoy en día, no está mencionada en el Talmud, pero sí en el Código Real, conferenciar. Lucas 1:59.

 

La redención del hijo varón primogénito, después de un mes, conferenciar. Éxodo 13:1, 12; 22:29; 34:19-20; Números 3:12-13; 18:15-16.

 

Está escrito en Lucas 2:22b-23: “le trajeron a Yerushalayim para presentarle al Señor (como está escrito  en la Torá del Señor: TODO VARÓN QUE ABRA LA MATRIZ SERÁ LLAMADO SANTO PARA TODO PODEROSO)”

 

El precio de rescate para un niño primogénito es de cinco shekels. Este precio se podía pagar a partir de la edad de los 30 días del niño. Es posible que Yosef haya pagado este precio de rescate a los 30 días del nacimiento de Yeshúa, pero lo más probable es que hayan hecho las dos cosas a la vez, 41 días después del parto: la redención del primogénito, en hebreo “pidyón habén”, y la presentación de los sacrificios de la madre.

 

La idea detrás del precio de rescate es que todo varón primogénito pertenece a Todo Poderoso para ser sacerdote. Además de esto, los primogénitos fueron especialmente consagrados cuando todos los primogénitos de los mitsries fueron matados por el ángel destructor. Un cordero fue sacrificado para preservarles la vida de los primogénitos de los hijos de Israel justamente antes de su salida de la esclavitud. En ese momento Todo Poderoso santificó para sí a todos los primogénitos de Israel. Sin embargo, por el pecado del becerro de oro, los primogénitos perdieron el derecho de ser sacerdotes. Ese derecho fue traspasado a los levitas. Aun así, los varones primogénitos pertenecen todavía a Todo Poderoso de una manera especial. Por eso tendrán que ser presentados ante Él en el templo un mes después de su nacimiento para así ser redimidos y poder volver a estar con sus padres.

Si Israel no hubiera pecado con el becerro de oro, Yeshúa sería uno de los sacerdotes en el templo en Yerushalayim.

 

La purificación de la madre, después de 40 días.

En Lucas 2:22 está escrito: “Cuando se cumplieron los días para la purificación de ellos, según la Torá de Moshé, le trajeron a Yerushalayim para presentarle al Señor.”

Después de 40 los días Miryam ya estaba ritualmente pura para poder entrar en el templo. Aquí habla de la purificación “de ellos”. La Torá no enseña que el niño necesitaba purificación después del nacimiento. Fue sólo la madre que necesitaba purificarse. ¿Por qué dice el texto que “ellos” fueron purificados?

Lucas podría haber incluido el rito de la redención del hijo primogénito en esta expresión. Pero es también probable que no se trate del niño, sino de Yosef. Él se purificó en Yerushalayim. Para poder entrar en el templo, todos necesitaban purificarse. Es posible que este texto haga referencia a este hecho cuando Yosef y Miryam se purificaron antes de entrar en el templo para presentar a su hijo ante el Todo Poderoso.

 

Presentación de sacrificios por la madre, después de 40 días.

Lo normal era que la mujer presentara un cordero como olá y un pájaro como jatat. Pero si no tenía recursos para dar un cordero podía dar dos pájaros, como está escrito en Levítico 12:8: “Pero si no le alcanzan los recursos para ofrecer un cordero, entonces tomará dos tórtolas o dos pichones, uno para la ofrenda de ascensión y el otro para la ofrenda por el pecado; y el sacerdote hará expiación por ella, y quedará limpia.”

 

Lucas 2:24: “y para ofrecer un sacrificio conforme a lo dicho en la Torá del Señor: UN PAR DE TÓRTOLAS O DOS PICHONES.”

 

Este texto nos muestra que Yosef y Miryam no tenían suficiente dinero para ofrecer un cordero. Lo maravilloso aquí es que ya tenían un Cordero. Ese Cordero fue entregado al Todo Poderoso y luego redimido. Por eso no necesitaban otro cordero, sino sólo un pájaro, que representaba la entrega total de la madre y el hijo a Todo Poderoso.

 

Miryam no transmitió el yetser hará a Yeshúa, como está escrito en Romanos 8:3: “Pues lo que la ley no pudo hacer, ya que era débil por causa de la carne, Eloah lo hizo: enviando a su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y como ofrenda por el pecado, condenó al pecado en la carne”

 

Necesitaba que el Padre celestial le salvara. Las Escrituras enseñan que “la virgen María” necesitaba

Yeshúa no tenía “carne de pecado”, no tenía pecado, Yetser hará, en su carne. Miryam dio a luz a un cuerpo que tenía la “semejanza de carne de pecado”, pero no “carne de pecado”, solo la semejanza. Yeshúa no tenía un cuerpo glorioso como lo había tenido Adán antes de caer.

 

Mateo 13:43: “Entonces LOS JUSTOS RESPLANDECERÁN COMO EL SOL en el reino de su Padre. El que tiene oídos, que oiga.”

 

Yeshúa no brillaba cuando nació, aunque era Justo.

 

12:8  “Pero si no le alcanzan los recursos para ofrecer un cordero, entonces tomará dos tórtolas o dos pichones, uno para la ofrenda de ascensión y el otro para la ofrenda por el pecado; y el sacerdote hará expiación por ella, y quedará limpia.”

 

Miryam, la madre de Yeshúa, tenía pecado. El mito de la inmaculada concepción de la llamada “virgen María” no tiene ninguna base en las Escrituras. Podemos mencionar algunos otros textos que hablan de que la madre de Yeshúa tenía pecados y necesitaba el perdón por ellos:

 

Lucas 1:47: “y mi espíritu se regocija en Eloah mi Salvador.”

Ella necesitaba un salvador para no morir en sus pecados. Si hubiera sido engendrada de manera inmaculada, no necesitará un Salvador porque sería perfecta, sin pecado.

 

Marcos 3:21, 31-35: “Cuando sus parientes oyeron esto, fueron para hacerse cargo de él, porque decían: Está fuera de sí…Entonces llegan su madre y sus hermanos, y quedándose afuera, mandaron llamarle. Y había una multitud sentada alrededor de él, y le dicen: He aquí, tu madre y tus hermanos están afuera y te buscan. Respondiéndoles él, dice: ¿Quiénes son mi madre y mis hermanos? Y mirando en torno a los que estaban sentados en círculo, a su alrededor, dice: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque cualquiera que hace la voluntad de Eloah, ése es mi hermano y hermana y madre.”

 

En este momento Miryam pensaba que Yeshúa estaba loco, y por eso vino con sus otros hijos para “hacerse cargo de él”. Por ello, en ese momento Yeshúa no la reconoce como su madre diciendo que ella no estaba haciendo la voluntad de Eloah. Esto es una muestra clara de que en un momento de su vida ella estaba equivocada en su apreciación del llamado de su hijo, como está escrito en el Salmo 69:8: “Me he convertido en extraño para mis hermanos, y en extranjero para los hijos de mi madre.”

 

Este es una profecía mesiánica, según vemos en el Salmo 69:9: “Porque el celo por tu casa me ha consumido, y los vituperios de los que te injurian han caído sobre mí.”

 

Este versículo está aplicado al Mesías en Juan 2:17 y Romanos 15:3: “Sus discípulos se acordaron de que estaba escrito: EL CELO POR TU CASA ME CONSUMIRÁ… Pues ni aun el Mesías se agradó a sí mismo; antes bien, como está escrito: LOS VITUPERIOS DE LOS QUE TE INJURIABAN  CAYERON SOBRE MÍ.”

 

Esto nos enseña que hubo un momento de la vida de Yeshúa, que ni su madre, ni sus hermanos, hijos de su madre, creyeron en él, conferenciar. Juan 7:5. Este Salmo también nos enseña que sus hermanos eran los hijos físicos de su madre, producto de la unión entre Yosef y Miryam.

 

13:2  “Cuando un hombre tenga en la piel de su cuerpo Una mancha clara, una mancha blanquecina o una mancha brillante, y se convierta en afección de tsaráat en la piel de su cuerpo, será traído al sacerdote Aharón o a uno de sus hijos, los sacerdotes.”

 

Ahora la Torá introduce el tema acerca de la impureza causada por una plaga que es llamada “tsaráat”. Esa plaga no tiene los mismos síntomas que la enfermedad llamada “lepra”. Por lo tanto, al traducir la palabra “tsaráat” en “lepra” se crea una idea equivocada en los lectores. Aquí no se trata de la enfermedad lepra, sino de otra cosa.

 

Hay dos pensamientos fundamentales en cuanto  a esta plaga. Algunos dicen que se trata de una enfermedad que ha sido extinguida, pero la mayoría de los comentaristas piensan que es una plaga sobrenatural que Todo Poderoso pone sobre las personas que cometen ciertos pecados, especialmente el pecado de Lashón hará, calumnia. La tsaráat es descrita en dos largos capítulos, lo cual nos enseña que este tema es muy importante. Hay algunos otros textos en las Escrituras que hablan de esta plaga.

 

Esos textos nos pueden enseñar algo más sobre su origen.

 

Éxodo 4:6-7:“Y añadió Todo Poderoso: Ahora mete la mano en tu seno. Y él metió la mano en su seno, y cuando la sacó, he aquí, su mano estaba leprosa, blanca como la nieve. Entonces Él dijo: Vuelve a meter la mano en tu seno. Y él volvió a meter la mano en su seno, y cuando la sacó de su seno, he aquí, se había vuelto como el resto de su carne.”

 

Moshé tuvo tsaráat en su mano como una señal. Él había hablado Lashón hará contra el pueblo de Israel diciendo que no le iban a creer, conferenciar. Éxodo 4:1.

 

Está escrito en Números 12:1-10: “Entonces Miriam y Aharón hablaron contra Moshé por causa de la mujer cusita… Miriam estaba leprosa, blanca como la nieve. Y cuando Aharón se volvió hacia Miriam, vio que estaba leprosa.”

 

El texto hebreo muestra que la plaga que vino sobre Miriam es de la misma clase que la que aparece en Levítico 13. Miriam fue golpeada por Todo Poderoso con esta plaga por haber hablado mal contra Moshé. Vemos como la Lashón hará causó esta intervención divina.

 

Deuteronomio 24:8-9: “Cuídate de una afección de lepra, para que observes diligentemente y hagas conforme a todo lo que los sacerdotes levitas os enseñen; como les he ordenado, así cuidaréis de hacer. Recuerda lo que Todo Poderoso tu Eloah hizo a Miriam en el camino, cuando salíais de Mitsrayim.”

 

2 Crónicas 26:16-19: “Pero cuando llegó a ser fuerte, su corazón se hizo tan orgulloso que obró corruptamente,…

 

2 Reyes 5:1-27  “y Naamán, capitán del ejército del rey de Aram,…

 

Este texto nos enseña que Naamán, un gentil, tenía tsaráat. Así que esta plaga no solamente afecta a personas de Israel sino también sobre los gentiles. El siervo de Elisha, guejazi, mintió y hurtó y por estos dos pecados vino la tsaráat sobre él y sobre sus hijos. Esto nos enseña que no solamente es aplicada sobre el que peca con lashón hará sino también por otros delitos. El Talmud menciona siete pecados que traen la plaga de tsaráat sobre el que no se arrepiente: Lashón hará, asesinato, inmoralidad, falso juramento, arrogancia, robo y avaricia.

 

13:3 “y el sacerdote mirará la afección en la piel del cuerpo; y si el pelo en la afección se ha vuelto blanco, y la afección parece más profunda que la piel de su cuerpo, es una afección de tsaráat; cuando el sacerdote lo haya examinado lo declarará impuro.”

 

Esta plaga tiene tres síntomas:

 

1. Los pelos son blancos y el área afectada parece más profunda que el resto de la piel, v. 3.

2. La mancha se extiende sobre la piel, v. 7.

3. Hay carne viva en la mancha, v. 10.

 

Los sacerdotes tienen la autoridad para declarar tamé o tahor, impuro o puro, a una persona o un objeto. Cuando la persona tiene esta plaga no se vuelve impura hasta que el sacerdote haya hecho una declaración de impureza. Tampoco se vuelve pura hasta que el sacerdote le declare pura. Así que, finalmente es la palabra del sacerdote que decide cuándo la persona es tamé o tahor. La declaración del sacerdote tenía una implicación social importante. El afectado no podía vivir dentro de la comunidad, sino tenía que vivir sólo, fuera del campamento o fuera de una ciudad si estaba amurallada.

 

Según Maimónides, el propósito de la declaración de tamé es:

•  Alejar todo  desaseo.

•  Preservar el santuario.

•  Precaverse de las costumbres vulgares que  en tales  casos de impureza imponían los sabeos.

•  Aligerar tan  penosa carga y conseguir que  lo que  es  y no es impuro no entorpeciera al hombre en ninguna de sus            ocupaciones, ya que esa materia solamente concierne al santuario y las cosas sacras.

 

13:6 “El sacerdote lo examinará de nuevo al séptimo día; y si la afección ha atenuado, y la afección no se ha extendido en la piel, entonces el sacerdote lo declarará limpio; es sólo una postilla. Y lavará sus vestidos y quedará limpio.”

 

Una enfermedad necesita sanidad, pero una persona que ha sido afectada por tsaráat necesita ser limpiada. Aunque Moshé pide a Todo Poderoso que sane a Miriam de esta plaga, conferenciar. Números 12:13, en la gran mayoría de los textos no se habla de ser sanado, sino de ser limpio, en hebreo “tahor”, cf. 2 Reyes 5:10.

 

Está escrito en Mateo 8:2-4: “Y he aquí, se le acercó un leproso y se postró ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Y extendiendo la mano, lo tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante quedó limpio de su lepra. Entonces Yeshúa le dice: Mira, no se lo digas a nadie, sino ve, muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda que ordenó Moshé, para que les sirva de testimonio a ellos.”

 

En este texto no se habla de sanar una enfermedad sino de limpiar de la plaga de “tsaráat”. Yeshúa no dijo: “sé sanado”, sino “sé limpio”. Yeshúa no le sanó sino lo limpió. Esto nos da pie a pensar que no se trata de una enfermedad como las otras, sino de una plaga sobrenatural sobre el que no se arrepiente a tiempo.

 

13:12-13 “y si la tsaráat brota y se extiende en la piel del que tenía la afección, desde su cabeza hasta sus pies, hasta donde pueda ver el sacerdote, entonces el sacerdote mirará, y he aquí, si la tsaráat ha cubierto todo su cuerpo, declarará limpio al que tenía la afección; se ha vuelto toda blanca y él es limpio.”

 

Está escrito en Isaías 1:18: “Venid ahora, y razonemos -dice Todo Poderoso- aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque sean rojos como el carmesí, como blanca lana quedarán.”

 

De esto aprendemos que la tsaráat está simbolizando el pecado. El pecado es lepra, tsaráat, para el alma.

 

13:45-46 “En cuanto al afectado de tsaráat que tenga la afección, sus vestidos estarán rasgados, dejará crecer el cabello de su cabeza, se cubrirá el bigote y gritará: ¡Impuro, impuro! Permanecerá impuro todos los días que tenga la afección; es impuro. Vivirá solo; su morada estará fuera del campamento.”

 

Una persona afectada por esta plaga no podía vivir con los demás. Si su pecado había sido lashón hará, que tiene que ver con la relación social, ya no podía tener contacto con los demás, tenía que vivir solo. Ni siquiera tenía el derecho de asociarse con otras personas impuras. Así no podía pecar más con su lengua.

 

Está escrito en Mateo 26:6: “Y hallándose Yeshúa en Beit-Anyá, en casa de Shimón el leproso”

 

Si un “leproso”  no podía vivir con los demás, ¿cómo es posible que se diga que Yeshúa estaba en la casa de un “leproso”, uno que tenía la plaga de tsaráat? Podemos presentar algunas interpretaciones diferentes:

 

• Shimón  había  sido “leproso” y luego  limpiado.

• Shimón  no estaba viviendo en su casa en esos momentos, sino sólo, fuera de la ciudad.

• La traducción no es  correcta. En la Biblia aramea se  usa la palabra “garabá”, que significa “alfarero”, “artesano”. La palabra aramea “garbá”  significa “leproso”.  Por lo tanto, vemos que los que tradujeron el texto al griego del arameo cometieron un error al entender la palabra garabá como garbá, alfarero como leproso. Una traducción correcta del arameo sería entonces: La casa de Simón el alfarero. Esta es una muestra de que los textos de Mateo y Marcos (ver

14:3) no fue escrito en griego originalmente.

 

El hecho de que la Torá está tomando mucho espacio explicando todos los detalles en cuanto a la plaga de tsaráat, “lepra”, ha hecho que los sabios de nuestro pueblo haya conectado esta plaga con el Mesías. En el Talmud está escrito:

“Rab dijo: El mundo fue creado sólo por causa de David. Shmuel dijo: Por causa de Moshé; R. Yojanán dijo: Por causa del Mesías. ¿Cuál es su nombre?

La Escuela de R. Shila dijo: Su nombre es Shiló, porque está escrito, hasta que venga Shiló. La Escuela de R. yanai dijo: Su nombre es yinón, porque está escrito, Su nombre permanecerá para siempre: mientras dure el sol, su nombre es yinón.  La Escuela de R. Janiná sostenía: Su nombre es Janiná, como está escrito, donde no os mostraré Janiná (clemencia). Otros dicen: Su nombre es Menajem hijo de Jizkiyá, porque está escrito, porque lejos de mí está Menajem (el consolador), el que reanima mi alma. Los rabinos dijeron: Su nombre es “el estudioso leproso”, como está escrito, Ciertamente llevó nuestras penas, y cargó nuestras tristezas: sin embargo, nosotros le consideramos como un leproso, herido de Eloah y afligido.”

 

Cuando en el Talmud aparece la expresión: “los rabinos dijeron”, significa que esta es la línea oficial de interpretación del judaísmo rabínico de la época. Esto nos enseña, en primer lugar, que el Talmud identifica Isaías 53 con el Mesías. En segundo lugar, está destacando el hecho de que el Mesías tenía que ser “leproso”, en el sentido de que tendría que cargar las enfermedades y los pecados del pueblo.

Génesis 49:10; Salmo 72:17; Jeremías 16:13. Así que cada Escuela mostraba una admiración intensa hacia su maestro al nombrar al Mesías según él con un juego de palabras. Lamentaciones 1:16. Isaías 53:4.

 

¿Quién es ese Mesías? ¡Su nombre es Yeshúa!

 

En esta parashá están los mandamientos número 166 al 172 de los 613.

166.   Precepto de la impureza ritual de una mujer después de dar a luz, Levítico 12:2, 5.

167.   Prohibición de comer de una ofrenda en estado de impureza, Levítico 12:4.

168.   Precepto  para una mujer de ofrecer una ofrenda después de dar a luz, Levítico 12:6.

169.  Precepto sobre la impureza del individuo aquejado de tsaráat (metsorá), Levítico 13:2.

170.   Prohibición de cortar el cabello del área afectada de un individuo con nétek (calvicie impura), Levítico 13:33.

171.   Precepto de desgarrar las ropas de una persona con tsaráat o con cualquier otra forma de impureza, Levítico

          13:45.

172.   Precepto de la tsaráat en la ropa, Levítico 13:47.

 

Vayikrá/ Levítico
27 Parasha  Tazriá

1-7 ° Aliyá

"Levítico 12:1 – 15:33"
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