
Parashat Vaishlaj
Adaptado por Ff de. Rav Iehuda Levi
Temas de la Parashá
Bereshit (Génesis) 32:4 - 36:43
La parashá de esta semana comienza con el relato del regreso de Iaacov Avinu a la tierra de Israel. Él había permanecido en la casa de Labán durante 20 años (véase 31:38 y 41) habiendo hecho allí una gran fortuna:
"Se enriqueció el hombre mucho, mucho; y tuvo mucho ganado y siervas y esclavos, y camellos y asnos" (30:43).
Al regresar, Iaacov se enteró que Esav salió a su encuentro acompañado de 400 hombres. Iaacov, que se había escapado de su hogar porque su hermano Esav lo quería matar, sintió en ese momento un profundo temor. Sin embargo, ese temor no lo paralizó sino que tuvo la tranquilidad necesaria para seguir adelante.
Iaacov Avinu (Jacob nuestro padre) se preparó para enfrentar a Esav de tres maneras distintas:
- él se preparó para la guerra en contra de su hermano (32:8-9),
- también le rezó a Dios pidiéndole ayuda (32:10-13),
- y por último le envió un presente a Esav (32:14-22).
Mucho podemos aprender de este pasaje respecto del comportamiento que debe tener el hombre (y también el pueblo de Iaacov-Israel) en momentos difíciles. Notemos que Iaacov no se dio por vencido. A pesar de haber escuchado la desalentadora noticia de que 400 soldados salían a su encuentro, él decidió intentar solucionar la difícil situación.
Por otro lado también no enseñó que el hombre no debe tratar de escapar de las situaciones difíciles sino afrontarlas con responsabilidad, aun cuando ellas impliquen el resultado de sus errores.
Veamos un detalle interesante del segundo preparativo (cronológicamente hablando, no respecto de su importancia) de Iaacov Avinu:
"Dijo Iaacov: Dios de mi padre Abraham y Dios de mi padre Itzjak! Hashem, Quien me dice: 'Vuelve a tu tierra y a tu lugar natal, y haré el bien contigo'. He empequeñecido por toda la benevolencia y por toda la verdad que has hecho con Tu servidor, pues con mi vara he cruzado el (río) Jordán, éste, y ahora me he convertido en dos campamentos" (32:10-11).
Iaacov le pide a Dios que lo salve, recordándole que Él le había ordenado que retornara a la tierra de Israel. Iaacov no creía que era merecedor de la ayuda de Dios por sus grandes méritos, a pesar de que en realidad, él era un hombre justo. Iaacov tampoco se obstinó. Él podría haber pensado: "Yo soy un hombre poderoso, tengo mucho dinero, tengo sirvientes… ¿Quién me podrá dañar?", pero no lo hizo. Iaacov fue consciente de su situación en este mundo, no sólo por la situación de riesgo en la cual se encontraba, sino por un profundo sentido de la verdad que albergaba su corazón. Y así lo expresó el profeta, hablándole a Dios :
"Le entregaste la verdad a Iaacov…" (Mijá -Miqueas- 7:20).
Ese sentido de la verdad tan arraigado en él, le permitió reconocer que a pesar de haber conseguido "mediante tanto trabajo y esfuerzo" mucha riqueza y muchos bienes, él debía agradecerle a Dios por todo lo que poseía: "He empequeñecido por toda la benevolencia y por toda la verdad que has hecho con Tu servidor, pues con mi vara he cruzado el (río) Jordán, éste, y ahora me he convertido en dos campamentos".
El ser humano debe sentirse empequeñecido por todo lo que recibe del Creador, sin pensar que algo del mérito le corresponde. Aunque sea algo ínfimo. Y así empezará a valorar todo lo que posee, incluso las cosas más pequeñas.
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Génesis 32:4 - 36:43
8 °Parasha / Vyishlaj
Bereshit / Génesis
28-Nov-15

