Parashat Vaishlaj-1

 

Iaacov  antes de su encuentro con Esav

(quien lo quería matar), le rezó a Dios

"Sálvame ahora de mi hermano, de Esav" (Génesis 32:12).

 

¿Por qué es que Iaacov  cae en una redundancia de decir: De mi hermano; de Esaú; si su hermano y Esav son la misma persona?

En este exilio donde el pueblo de Israel está bajo el poder de Esav (Roma), es decir desde la destrucción del segundo Templo de Jerusalem, Esav se comporta con nosotros de dos maneras.

 

A veces como Esav: malvado y cruel, queriéndonos destruir al pueblo judío.

A veces como un hermano, que dice que quiere vivir con los judíos en paz, hermandad y fraternidad, aunque su verdadera intención es asimilarlos y alejarlos de la verdad de la Torá (pentateuco de la Biblia).

 

Y es por eso que Iaacov pidió primero para que Dios lo salve de su hermano y luego para que lo salve de Esav. Pues es más peligroso para el pueblo de Israel que Esav se comporte como su hermano, que se comporte como su enemigo, ya que la naturaleza de la persona es acercarse a las personas que lo tratan bien.

Siempre los enemigos de la palabra han querido destruir a Israel o asimilarlos. De igual manera a los creyentes nacidos de nuevo, el Satán querrá o destruirlos o ecumenisarlos, contaminarlos, atraerlos y seducirlos al mundo.

 

Pero Jacob no quiso convivir con Esaú.

"Y él dijo: Vayamos e iré contigo. Pero él le dijo: Mi señor sabe que los niños son pequeños…" (Génesis 33:12-13).

 

De regreso a la tierra de Israel, Iaacov se encontró con su hermano Esav, quien le propuso no continuar su camino hacia allí diciendo: “Mejor quédate conmigo y estudia aquí, en el Monte de Seir”. E Iaacov respondió: “No puedo ir contigo porque mis niños son muy delicados todavía”.

¿A qué se refería Iaacov? Sus hijos ya no eran niños, ni tampoco delicados.  Si se quedaba con Esav iba a contaminarlos con la carnalidad y no iba a poder tener niños como Moshé (Moisés) y Aharón o como Mordejai (Mardoqueo) y Ester.

Aunque Esav hubiese abierto una ieshivá (escuela) en las tierras de Esaú, no hubiera levantado una generación limpia de las influencias negativas de Esav. Y es a esta delicadeza y fragilidad a la que se refirió Iaacov en su respuesta. Hay que levantar nuestros niños espirituales, lejos de la influencia de Roma.