
Parashá 18 Mishpatím
Éxodo 21:24:18
Mishpatim significa “reglamentos”
Cuarta Aliyá, 22:28 – 23:5
Está prohibido maldecir a Elohim y a los líderes del pueblo. No se puede demorar la ofrenda de primicias de la cosecha o de la vendimia. Hay que dar el primogénito de los hijos y del ganado al Eterno a partir del octavo día. No está permitido comer carne despedazada. No se puede admitir informes ni testimonios falsos ni ser llevado por la mayoría para hacer mal o pervertir el juicio. Tampoco se puede hacer distinción al pobre en su litigio. Hay que regresar el toro o el asno de un enemigo si se ha extraviado. Si hay oportunidad hay que ayudar al enemigo a descargar su asno si está decaído.
Cuarta Aliyá, 22:28 – 23:5
22:28 “no maldigas a Elohim, ni maldigas al príncipe de tu pueblo.”
La palabra Elohim puede referirse tanto a Elohim como a los jueces que le representan en la sociedad.
22:29 “no demorarás (la ofrenda de) tu plenitud ni de tu vendimia. Me darás el primogénito de tus hijos.”
Esto significa, según Rashí, que no se puede cambiar el orden de la separación de las ofrendas.
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Primero vienen los “bikurim”, las primicias, que se entregan al templo.
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Luego viene la “terumá”, la porción elevada, que se entrega al sacerdote, conferenciar Números 18:12.
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Después se entrega el “maaser”, el diezmo.
El diezmo se divide en tres partes, el primer diezmo, “maaser rishón”.
El segundo diezmo, “maaser shení”.
El diezmo del pobre, “maaser aní”.
Primero se separa el maaser rishón, que es entregado al levita, que en su vez entrega el diezmo del diezmo al kohén, conferenciar Números 18:21.
Después se separa el maaser shení que es llevado a Yerushalayim para ser comido allí los años 1, 2, 4 y 5 del ciclo de siete años, conferenciar: Deuteronomio 14:22-26.
En los años 3 y 6 se separa el maaser aní en lugar del maaser shení, que es entregado a los pobres, conferenciar: Deuteronomio 14:28-29.
En el séptimo año no se separan los diezmos de los productos agrícolas. Originalmente los hijos primogénitos fueron destinados para ser sacerdotes y servir en el templo. como ya no pueden servir como sacerdotes por causa del becerro de oro, son llevados al kohén para ser redimidos, por cinco shekels, siclos de plata bíblicos. Un shekel corresponde a aproximadamente 17 gramos de plata. Esto fue hecho con Yeshúa, Jesús, como está escrito en Lucas 2:22-23: “Cuando se cumplieron los días para la purificación de ellos, según la ley de Moshé, le trajeron a Yerushalayim para presentarle al Señor (como está escrito en la Ley del Señor: TODO VARÓN QUE ABRA LA MATRIZ SERÁ LLAMADO SANTO PARA HASHEM)”
Esto también nos enseña que si Israel no hubiera pecado con el becerro de oro, Yeshúa, Jesús, sería uno de los sacerdotes en el templo en Yerushalayim.
22:30 “Lo mismo harás con tus bueyes y con tus ovejas. Siete días estará con su madre, y al octavo día me lo darás.”
Esto no significa que hay que llevarlo justamente el octavo día, sino a partir del octavo día en adelante, conferenciar Levítico 22:27.
Yeshúa, Jesús, no fue circuncidado en el templo, sino en bet- Lejem. No fue llevado al templo hasta después de 40 días después de su nacimiento.
22:31 “y seréis para mí hombres santos. No comeréis carne despedazada en el campo; a los perros la echaréis.”
La palabra hebrea que ha sido traducida como “despedazada” es “trefá”, forma femenina de “tref”, cuya raíz es “taraf”, que significa “apresar”, “despedazar”, “herir”. trefá significa literalmente “animal despedazado”. Pero en la ley judía, el término implica todo animal limpio que haya sufrido una lesión mortal, sea muerto o que todavía esté vivo. La carne de ese animal no es “kasher”, apto para el consumo de un hombre santo.
Esto nos enseña que la santidad está relacionada con la comida. El pecado entró en el mundo por medio de una comida prohibida. Un hombre santo cuida mucho lo que entra por su boca, conferenciar: Hechos 11:8. Este versículo muestra que si un israelita come carne trefá, no será un hombre santo para el eterno. Los perros pueden comer ese tipo de carnes. Esto nos enseña como el eterno también está interesado en el bienestar de los perros.
23:1 “no levantarás falso rumor; no te concertarás con el impío para ser testigo falso.”
Según el targum significa no aceptar un falso rumor. Hay que tener mucho cuidado de no pasar a otros lo que uno ha oído, porque puede ser un falso rumor, como está escrito en Proverbios 10:18b: “el que esparce calumnia es un necio.”
23:2 “no seguirás a la multitud para hacer el mal, ni testificarás en un pleito inclinándote a la multitud para pervertir (la justicia).”
De este versículo hay muchas interpretaciones halájicas entre los sabios de Israel para adaptarlo al sistema judicial judío. Entre otras cosas, se habla de que hay que inclinar un veredicto para absolver un caso de pena capital basándose en la mayoría simple de un solo juez y para condenar basándose en una mayoría mínima de dos jueces. Estas interpretaciones no están siguiendo el nivel peshat, simple, de interpretación. Según Rashí, el sentido literal del versículo es el siguiente: “no irás tras la mayoría para hacer mal y no responderás sobre un litigio cediendo ante la mayoría para pervertir (el juicio).”
¡Qué importante es no seguir a la mayoría a la hora de ser fiel al Eterno! cada uno tendrá que responder por su propia vida y si tú estás convencido de algo y no lo dices y cedes ante la mayoría para quedar bien, estás actuando mal. Entonces tienes más temor de los hombres que del eterno. En tal caso eres como el hombre que edifica su casa sobre la arena, que simboliza la multitud de la gente. En los momentos de tormenta, la casa será derrumbada. Es mejor edificar sobre la roca, la Torá escrita y la Torá viva, el Mesías, conferenciar. Mateo 7:24-27.
23:4-5 “Si encuentras extraviado el buey de tu enemigo o su asno, ciertamente se lo devolverás. Si ves caído debajo de su carga el asno de uno que te aborrece, no se lo dejarás a él solo, ciertamente lo ayudarás a levantarlo.”
La Torá no permite que uno guarde rencor contra el enemigo. Esta es una manera práctica de mostrar amor al enemigo, como está escrito en Proverbios 25:21: “Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer pan, y si tiene sed, dale de beber agua.”
La Torá enseña amar al enemigo. En el tiempo del segundo templo había una corriente de enseñanza que permitía odiar al enemigo, conferenciar: Mateo 5:43, pero cuando vino el Mesías corrigió esa corriente y llevó a sus talmides, discípulos, de vuelta a la enseñanza de la Torá, como está escrito en Mateo 5:44: “Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen.”
Shemot / Éxodo
18 Parasha / Mishpatim
4° Aliyá


